La casa está sola. Bueno, no del todo. Quedamos mi hermano y yo.
Mi hermano y yo disfrutamos de estar juntos, nos acompañamos, nos comunicamos.
Con nuestras formas y nuestras no formas.
Nos organizamos y todo marcha con tranquilidad,
estamos relajados. Estamos en paz.
Encontramos nuestros momentos para expresarnos
relajarnos
y disfrutar.
Juntos y por separado.
Mientras me baño, mi hermano prepara un tuco particular y único,
que sólo a él le sale tan rico.
Prepara el tuco con una radio de jazz sonando de fondo,
una radio que encontró de pura casualidad, cuya frecuencia no se oye bien,
pero vale la pena dejarla un rato, sólo un buen rato.
El riega las plantas en nuestro jardín delantero,
yo me recuesto en la hamaca paraguaya y me río,
me río de él y de mi perra, porque él la mojó en la cara para jugarle.
Y disfruto del viento que me acaricia la cara,
un viento suave y justo para el tipo de noche que es hoy.
Una noche primaveral y relajante.
Ahora cada uno toma su rumbo,
cada uno va a su cuarto a descansar sus mentes, que bastante se ejercitaron en el día de hoy.
Together we stand, devided we fall.
Con mi hermano es así.
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